Ha quedado claro que Japón es un país de una marcada consciencia colectiva, en donde el individualismo apenas tiene un papel trascendental; un país en que sus habitantes trabajan duro por el bien colectivo de su nación, como manda la costumbre, aunque antes fuera peleando en cientos de guerras en nombre de un Shogun, y ahora sea luchando para crear las empresas capitalistas más poderosas del planeta.
Hasta cierto punto, este síndrome de colmena puede parecer atractivo a más de uno; no se puede negar que funciona, viendo como un país con apenas recursos naturales y arrasado por una guerra a escala mundial, consiguió alzarse de entre sus cenizas y convertirse en una super potencia mundial. Pero detrás esconde muchos peros y lacras a nivel social…
Miles de personas viviendo en una hipocresía que no soportan, seres con ninguna vida más allá de su trabajo, los Hikikomori y el resto de personas incapaces de enfrentarse a una sociedad tan dura y exigente, o una nueva generación, que han acabado por comprobar, asqueados, como el esfuerzo personal apenas les repercutirá un beneficio en su vida, y que probablemente acaben atrapados en una rueda que en absoluto les permitirá realizarse como seres humanos en el mejor de los casos.
Muchos jovenes japoneses, rebeldes como manda su juventud, e incapaces de resignarse a una vida tan mediocre, se cortan las muñecas y brazos de forma métodica, pero sin ánimo de suicidarse. Eso es el “Wrist Cut Syndrome”.
Sus heridas son superficiales, lo suficiente como para que no suponga un riesgo severo para la salud, que no suponga más cosa que sangrar un poco, y decorar con una nueva cicatriz su cuerpo.
Desde el Blog: MasaMania (obligada visita para conocer lo peor que puede dar de sí la sociedad nipona), nos habla un poco de este sindrome, y que la explicación que dan sus afectados para auto-inflingirse tal dolor, es que lo hacen para sentirse vivos en una sociedad muerta, para reafirmarse como seres humanos, y para confirmar que, efectivamente, siguen vivos.
Manera un tanto macabra para confirmar algo tan, en apariencia, simple…
Muchos de estos jovenes, exhiben orgullosos sus cicatrices entre sus compañeros, hablan y comparten sus experiencias al respecto, o intercambian información sobre las enfermedades y medicamentos que les han sido prescritos. Siguen a sus grupos favoritos, grupos muy populares, que alaban a la figura de la muerte e incluso cantan del “Wrist Cut”.
Las razones, más cientificas, que dan algunos psicólogos para explicar este fenómeno son mucho más simples, y están presentes en el ser humano desde el albor de los tiempos: la auto-mutilación para aliviar el dolor psicológico.
Pero tal como está montado hoy en día el mundo, este sindrome ha acabado convirtiendose en una macabra moda que siguen y potencian desde las bandas urbanas y circulos góticos japoneses. Gente con una enfermiza obsesión por la muerte y el dolor, que deciden experimentarlo en sus propias carnes en un intento futil de ganar algo de felicidad que se ven incapacitados de conseguir en sociedad.
A todo esto, además, también añadir los intentos de querer llamar la atención que han descrito los psicólogos en la adolescencia desde la creación de la psicología.
Pero hay formas y formas de llamar la atención, y ésta sin duda que lo consigue de una manera morbida.
El fenómeno del “Wrist Cut” ha incluso trascendido fronteras, y ha llegado incluso a convertirse en un fetiche sexual para muchos japoneses, que llegan a pagar buenas cantidades de dinero por ver, a traves de Webcams, a chiquillas cortandose el brazo con un cutter. Una obsesión enfermiza, que acabé confirmando como tal, cuando por Internet, encontré ésta portada, la portada de una película porno con el “Wrist Cut” como co-protagonista.
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